viernes, 24 de agosto de 2012

Resoluciones en Comisiones y Propuestas de Trabajo.




Tras el intenso y fraternal debate en comisiones, hubo acuerdo con el informe al 13º Congreso de la Fede, al que se aportaron, desde diversas perspectivas y con una amplia pluralidad de criterios, propuestas de incorporaciones, correcciones y modificaciones.

Internacional: Iniciar el trabajo brigadista en Paraguay en solidaridad con su pueblo, luego del golpe de Estado. Indagar a fondo los procesos de Medio Oriente.
Juventud y Movimiento Antimperialista: Proponer la Ley Orgánica de la Juventud, que nuclee todos los derechos que tienen los jóvenes en la Argentina.
Educación: Aportar a la conformación de órganos gremiales estudiantiles en secundarios y terciarios, proyectando instancias nacionales y provinciales. Elaborar un material nacional sobre secundarios
para sistematizar el trabajo hacia el sector. Conformar espacios de articulación nacional de los comunistas en lo estudiantil que fortalezca las luchas comunes y una política estudiantil nacional en el sistema educativo. Boleto educativo y obrero con propuesta de subsidio. Impulsar en todas las provincias que se apruebe la ley de centros de estudiantes, que facilitará la articulación del movimiento secundario.
Sindical: Tomar iniciativas de carácter nacional de agitación y propaganda sobre la ley de primer empleo, ley de primera vivienda, jornada de seis horas y respeto de los convenios colectivos.
Agro: Incluir agricultura familiar y modelo productivo sustentable.
Territorio: Abrir el debate sobre el deporte con iniciativas que aporten al desarrollo sicofísico, la integración, compañerismo y respeto entre los jóvenes. Afianzar de manera creativa el trabajo en los clubes barriales. Hacer talleres de cooperativismo y generar conciencia sobre su importancia. Promover la recuperación por parte de los trabajadores de fábricas abandonadas para garantizar el trabajo. Sistematizar el trabajo de alfabetización con el Yo sí puedo.
Viviendas: Abordar el tema en relación con profesionales, estudiantes de arquitectura y cooperativas de construcción, realizando un encuentro nacional. Con el crecimiento de los asentamientos, el cuestionamiento también a la propiedad y concentración de la tierra urbana. Impulsar una Ley de Alquiler Joven.
Pueblos Originarios: Promover su autonomía, con crítica a las malas políticas del gobierno hacia los pueblos originarios, que deben plantear qué quieren desde el respeto de sus creencias, costumbres e ideas. Reclamar que puedan expresarse en su propia lengua. Debatir en una nueva Constitución el concepto plurinacional y pluricultural.
Género: Hacer una campaña cuestionadora del cliente en el negocio de la trata porque también forma parte de esta red de esclavitud. Designar un responsable de género en el orden nacional. Incluir a las minorías sexuales en la problemática de género, y nuestra política hacia los trabajadores y trabajadoras sexuales. Fomentar las guarderías infantiles como política de género.
Derechos Humanos: Abocar a la Fede a las megacausas  de la Esma y La Perla. Enfocar íntegramente la lucha por la plena vigencia de todos los derechos que niega el capitalismo. Impulso a la campaña contra la baja de la edad de imputabilidad. Cuestionar la corrupción policial y promover la participación ciudadana en este tema.
Medio Ambiente: Caracterizar más profundamente a las ONG que actúan como herramientas del imperialismo. Incorporar la cuestión de la explotación del litio.
Organización: Elaborar un plan de crecimiento cuantitativo y cualitativo acorde al plan político. Impulso a las corrientes políticas de los comunistas para abordar el movimiento social.
Comunicación: Desarrollar una política comunicacional interna y externa, producir una revista nacional y unificar una estética de alcance nacional, programa semanal de alcance nacional del Comité Central de la FJC por livestream, periódico digital. Elaboración de un calendario de actividades anuales. Políticas de formación en propaganda.
Cultura: Rescate de la cultura popular como herramienta de contrahegemonía. Apropiación del espacio mediante intervenciones artísticas y/o culturales.

13º CONGRESO DE LA FJC



13º CONGRESO DE LA FJC

Ante la crisis, cambios revolucionarios
Ecos de dos jornadas históricas. La juventud comunista tiene nuevo Comité Central,
eligió a Alejandro Forni como su secretario general y reafirma su compromiso
con la lucha por el socialismo.


En medio de la crisis más grande en la historia del capitalismo, con los pueblos amenazados por esa decadencia destructora, los jóvenes comunistas analizan que se abre una nueva etapa para el movimiento juvenil en las luchas de clases, tanto en América Latina como en el mundo. El plan de acción aprobado apunta a acrecentar las posibilidades de una salida positiva a la crisis por el camino de cambios revolucionarios, hacia un horizonte poscapitalista. Hacia ese horizonte apunta la propuesta de construcción de un Movimiento Juvenil Antiimperialista de Liberación Nacional y Social.


Las tareas de la juventud
Alcances y objetivos de la construcción de un Movimiento Juvenil
Antimperialista de Liberación Nacional y Social.

El 13º Congreso de la Federación Juvenil Comunista de la Argentina se realiza en un contexto
mundial en el cual el sistema capitalista atraviesa la crisis más grande de su historia, sin tener una
solución para los pueblos y con la amenaza manifiesta de la deriva destructora de su decadencia.
Al mismo tiempo este congreso se concreta mientras se abre una nueva etapa para el movimiento juvenil en las luchas de clases, tanto en América Latina como en el mundo.
Quizás el antecedente más cercano de una etapa similar lo encontramos en la década del 70 del siglo pasado, cuando de la mano de la radicalización y el protagonismo juvenil se desarrolló un alto nivel de subjetividad revolucionaria con la consigna de lucha por la Patria Socialista.
En aquel momento, la Juventud Comunista realizó su 10º Congreso bajo el fuego de la Triple A, que atentó contra varios delegados congresales, asesinando al camarada Rubén Poggioni, mientras pintaba consignas congresales en su barrio, trágico suceso que quedó inmortalizado en la obra del camarada Bruzzone: Libertad.
Hoy la joven generación, en otras condiciones, continúa pagando un precio trágico por sostener este compromiso de cambio, como sucedió con el asesinato de Mariano Ferreyra, cuyos responsables están siendo juzgados en estos días.
Resulta vital entonces tener claridad sobre las tareas a realizar para acrecentar las posibilidades de una
salida positiva a la crisis por el camino de cambios revolucionarios, hacia un horizonte poscapitalista
que, a nuestro entender, debe tener carácter socialista.
Para encarar estas tareas es necesario comprender que la crisis capitalista se manifiesta en toda su plenitud a poco tiempo de la victoria del capitalismo en la que llamamos la Tercera Guerra Mundial, victoria que no se
definió en el terreno bélico tradicional, sino en el ámbito de la política, cultural e ideológico.
Ya en la Carta de los Cinco en marzo de 1990, planteamos que enfrentamos una etapa histórica particularmente compleja, donde la gran crisis del capital coincide con la crisis de alternativa, y esta es la  que nos compete, la que debemos resolver, lo que requiere una absoluta claridad, firmeza
y consecuencia práctica para determinar cuál es el punto clave, la piedra angular desde la que podremos construir la alternativa.
Los comunistas estamos convencidos de que esta disyuntiva es la unidad de las fuerzas populares en cada país de nuestro continente y la unidad regional.
Por eso en este congreso la Fede ratificará a la vez, homenajeando la memoria de su madrina, Fanny Edelman, su carácter de fuerza latinoamericana e internacionalista, preparándose para brindar su apoyo en las próximas elecciones que tendrán lugar el Venezuela y El Salvador.
El criterio político imprescindible para la construcción de esta unidad, es que debe contener la
heterogeneidad de los diversos orígenes y trayectorias ideológicas y políticas de quienes están
llamados a integrarla. Por lo tanto, es fundamental comprender que el concepto de unidad no es un valor absoluto, abstracto, sino que se proyecta a partir de una firme práctica frentista capaz de ir agrupando y
amalgamando fuerzas de orígenes y culturas políticas diversas, con objetivos comunes, cuyo punto de partida puede ubicarse en el logro de una correlación de fuerzas favorable para enfrentar los planes de las derechas y el imperio.
Si partimos de este enfoque, la política frentista y la construcción de poder popular son componentes centrales de todo proyecto que busque la verdadera unidad del campo popular. Sabemos que este no es el
único proyecto político  entre quienes se plantean la conformación de una alternativa. Nos encontramos con proyectos que plantean que la unidad se logrará a partir de un “vanguardismo” iluminado tras el cual alinear las diversas identidades políticas, otros entienden que la alternativa depende de la cooptación, subordinación o directa dilución tras las fuerzas del bipartidismo, lo que sólo podría derivar en un bipartidismo de frentes hegemonizados por el PJ o la UCR, que siguen proponiendo la preeminencia de una burguesía, a la que caracterizan como nacional, pero que en realidad está subordinada al imperio y es incapaz de pensar y actuar con autonomía.
Por esto resulta fundamental fortalecer el papel de las fuerzas que empujan la unidad desde un frentismo con carácter antimperialista, que hoy significa ser anticapitalista. Estas fuerzas existen,
actúan en la vida política nacional, pero se encuentran dispersas. No debemos olvidar que
sobre estas fuerzas, entre las cuales nos encontramos los comunistas, además de los problemas
propios, opera constantemente el enemigo, claramente desde afuera y veladamente desde el interior de las mismas, alimentando diferencias que llevan tanto a la dispersión como al debilitamiento y al inmovilismo. Derrotar estas tendencias y avanzar firmemente en el camino del frentismo y la unidad es la tarea principal que tenemos por delante.
Trabajo éste que interpela y requiere el compromiso de todas y todos los revolucionarios y antimperialistas y debe ser asumido por todas las generaciones que transitan y comparten estos objetivos históricos. Pero sin duda, es a las jóvenes generaciones a quienes corresponde jugar un papel dinamizador y protagónico.
No exageramos si decimos que desde que San Martín y Bolívar lograron unir a diversos sectores patrióticos para encarar el proceso emancipatorio, esta tarea es una deuda pendiente.
Hemos tenido no pocas  oportunidades para avanzar en la unidad. El antecedente más inmediato fue la década del 70, pero en esos momentos no se comprendió la tarea de la unidad, fuimos arrastrados por la idea de la competencia entre los distintos sectores, no ya para hegemonizar e influir en la dirección a seguir, sino por transformarse en una mal entendida vanguardia cuando se trataba de generar alternativa por el camino de la confluencia. Este error nos llevó al fracaso.
Nadie puede garantizar que el esfuerzo unitario sea fructífero y sus logros irreversibles, pero en condiciones de unidad las posibilidades de éxito crecen de manera importante.
Hoy se nos presenta una nueva oportunidad, aunque partimos de una debilidad mayor, tenemos la necesidad de no caer nuevamente en los viejos errores que surgen tanto del sectarismo como del oportunismo político.
La unidad requiere de una fuerza frentista que logre trascender la lógica electoral, talón de Aquiles de todos los procesos en desarrollo en América y el mundo. Paraguay, España, Grecia, ejemplifican un déficit en el esfuerzo unitario.
Nosotros tuvimos una oportunidad en 2008 cuando se enfrentó el locaut del campo, sin embargo no prosperó. Hace poco, con la experiencia del acto de Vélez Sarsfield, se produjo un dato poderoso que debemos llevar a buen puerto.
Debemos extremar todos los esfuerzos porque la unidad es fundamental para defender los procesos latinoamericanos, nosólo para frenar los intentos desestabilizadores y golpistas, sino para avanzar en transformaciones profundas, para lo cual tenemos que producir profundos cambios en la correlación de fuerzas en el plano del gobierno y en la estructura de poder que continua casi indemne.
Nuestra Juventud Comunista está llamada a jugar un papel central en esta tarea, en la que el concepto de unidad debe ser abordado integralmente, lo que supone la confluencia de todos los sectores del campo popular y la sólida unidad de la Fede en la construcción de un proyecto de país en común.
Para esto tenemos que superar la errónea noción instrumental de la unidad entendida  sólo como confluencia de sectores sociales o agrupamiento meramente electoral. La unidad debe ser política y social, construida alrededor de un proyecto de cambio estructural, de transformaciones que afecten no sólo las aristas más duras del neoliberalismo, como sucede hoy, sino sus aspectos profundos, que avance en el camino de una nueva sociedad.
Tenemos la convicción de que no existe un capitalismo malo o anarcofinanciero y un capitalismo bueno o serio. El capitalismo, más allá de la máscara que adopte, es un sistema económico-social destructivo que pone en peligro la supervivencia misma de la humanidad. Por eso tiene que ser superado.
Estamos consolidando una Juventud Comunista en condiciones de realizar un aporte decisivo a la unidad de la joven generación. Esta es una necesidad que puede concretarse, en primer lugar, por las condiciones históricas existentes y, en segundo lugar, por la fuerza subjetiva del marxismo y de la línea de la revolución socialista de liberación nacional y social, que es la línea del Partido Comunista y de su juventud.
Para hacerlo posible, la Juventud Comunista también ha acumulado una masa crítica de fuerza militante y un valioso núcleo de cuadros que le permiten dar un salto importante en su crecimiento y consolidación por medio de un trabajo y compromiso constante con la unidad en la práctica revolucionaria.
Esta es la tarea a enfrentar y resolver en esta etapa histórica en la Argentina y en el mundo y la Juventud Comunista está en condiciones de hacerlo, llevando adelante con firmeza la línea política e ideológica del Partido Comunista y abordando con plasticidad y creatividad organizativa las características con las que la joven generación se incorpora actualmente a la lucha política en el siglo 21.
Esta es la verdadera forma de dar continuidad y homenajear el heroísmo de la generación del 70.
Para eso estamos formando una nueva generación de militantes y de cuadros revolucionarios que pueda vincular con eficacia y con fluidez la tarea de la amplitud y de la profundidad programática de la unidad de acción.
 Cuadros que sepan valorar la lucha por cada reivindicación sin caer en el posibilismo, que sepan valorar cada reforma lograda sin dejarse ganar por el reformismo, para lo cual es necesario tener una elevada formación y capacidad política para vincular estas luchas y conquistas con la batalla de fondo, la que libramos por el verdadero cambio revolucionario. Para esto es fundamental la construcción de un Movimiento Juvenil Antimperialista de Liberación Nacional y Social.